Teniendo
como referencia el ejercicio visual del mosaico digital, podemos
desarrollar un nuevo concepto aún más profundo del estudio lógico
de la forma y el color. Este nuevo concepto visual pasa a llamarse
vidriera digital por el lenguaje de su contenido.
La
complejidad de la composición de esta vidriera digital, puede
abarcar un contexto más amplio y profundo ya que el significante
(semántica) de las estructuras atómicas forma un lenguaje con unos
resultados más variopintos. El tejido de la composición en este
punto puede configurar un contexto más singular y amplía las
fronteras de las formas constantes a un nuevo nivel en las
combinaciones de las formas geométricas que se repiten.
En
el paso siguiente, si combinamos distintas formas geométricas dentro
de un plano bidimensional, manteniendo las proporciones del ejercicio
anterior, ocupamos ahora el espacio completo con diferentes formas
atómicas combinadas no necesariamente regulares. Sin embargo, las
formas deben encajar como piezas de un puzle para ocupar todo el
espacio completo tal y como ocurriera en el mosaico digital. El
resultado del significado (el objeto) combinado, crea otras formas
constantes que se repiten a partir de las formas atómicas.
Para
estos nuevos referentes de formas geométricas combinadas, el color
debe evitar el desconcierto de un contenido que no se fije a la
complejidad atómica de este nuevo plano o lenguaje. Para ello
debemos asignar un colorido determinado a cada forma geométrica que
se repite, para crear un significante visual compuesto. Finalmente,
esta determinación entre formas concretas y colores planos asignados
por relaciones necesarias, se unen para dar como resultado una
representación pictórica concreta.
Algunos
de los ejemplos de referencia, demuestran las posibilidades lógicas
de este nuevo lenguaje pictórico. Tras realizar una nueva
combinación aleatoria a partir de pentágonos regulares como base de
este lenguaje estructurado, se dibujan nuevas formas constantes que
se adaptan a la composición final. Luego, son las formas constantes
que sirven para la significación semántica de la composición, una
composición de formas repetitivas.
El
siguiente ejemplo lleva un paso más allá las posibilidades del
ejercicio, pues demuestra de manera evidente que las formas
compuestas unidas a un colorido exacto dan como resultado una
significación compacta de un volumen concreto, mantienen asignado un
colorido sinócromo. Por ende, las celdillas componen una
forma-palabra-color con referencia en un cubo.
En
el último ejercicio práctico, se abre una nueva posibilidad en las
congruencias del lenguaje complejo que nos ofrece este ejercicio
práctico. En este caso, la composición de los colores en las
estructuras atómicas no parece ser de una importancia relevante,
sino más bien son las formas triangulares las que definen el tamiz
con una intención previa hacia una significación semántica más
limitada porque rompe con la simetría de los ejemplos vistos hasta
ahora. Por ende, los tres resultados siguientes definen unas
posibilidades diferentes que amplían los efectos visuales del
ejercicio, con tres composiciones distintas para una mimas forma
constante. En el primer caso, se observa cómo se combinan el
colorido para dar con una estructuración curvilínea libre hacia un
motivo vegetal.
En el segundo caso, el sentido único que limita las
formas geométricas del tamiz obliga la composición del colorido una
significación delimitada que anula claramente la posibilidad de
simetría.
En el tercer y último caso, podemos observar de manera
definitiva que la simetría en esta forma común es incongruente para
la estructuración atómica del tamiz. En este sentido, podemos
encontrar referencias en la explicación del trabajo kantiano sobre
la interpretación lógica del espacio simétrico, definido como
“contrapartidas incongruentes”. Sin embargo, Wittgenstein se
refiere con mayor aproximación a los resultados que se precisan de
este ejercicio, en su interpretación lógica sobre la salvedad de la
simetría en las propiedades espaciales intrínsecas.
Este
ejercicio está basado a su vez, en el compendio sobre semiótica
realizado por Juan Carlos Sanz en su libro "Lenguaje del color."
(Ed. H. BLUME).
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